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Data honetako argitalpenak ikusgai: abendua, 2014

Olentzero

Olentzero business center (Mikel Markez): http://youtu.be/SoRSrhmKpIQ

Una copa a media noche



"Pero por fuerte que cierre los ojos no puedo huir de tu mirada que en mi radica. No importa cuán lejos estés o cuán poco sepa de ti. Hoy, como cada noche, lleno de recuerdos nuestra espera vacía.

Inmersa en el vaivén di mis días espero la noche que me aguarda. Bajo la tenue luz de la luna apuro mi copa. Si cierto es que el alcohol no ahoga penas, quizá hoy me ayude a olvidarlas. Ya sea por una noche, conseguiré huir de tu mirada. Pues es verdad que sana heridas, pero no un alma rota.

Consumiré así el tiempo que me suplican tus ojos, y quizá resurja el amor estancado que me mantiene en vela." Exclamó, sin duda, tras la tercera copa.

Kantuke 

Bera

[...]

Iriki nuen atea.
Sartu nintzen zu maitatzera.
Eta gela, bera gorputz sutsuez
argiturik zegoen gorputz sutsuez.
Haizea ziztuka, hormarik ez.
Zuk maite zenuen
eta ni bere begiradaren aurrean
erortzen nintzen.

Berak besarkatzen zintuen bainan nik,
ene erortzean
ez nuen haizearen
fereka baizik sentitzen.

                                             Benito Lertxundi

EL PROFESOR ME TIENE MANÍA




Cuando algo sale mal, se tiende a buscar los culpables afuera, eso es innegable. ¿Que llegamos tarde? Es que es imposible aparcar en este dichoso pueblo. ¿Que suspendí el examen? Es que el profesor me tiene manía. ¿Que el desempleo alcanza niveles históricos? Es que no estáis dispuestos a sacrificaros por el bien común. ¿Que la gente pasa hambre y el número de familias que viven por debajo del umbral de la pobreza se dispara? Es que los inmigrantes les quitan el pan a nuestros hijos… Y el pueblo se lo traga.

Por ello, en estos tiempos de supuesta crisis, estamos presenciando el resurgimiento de la xenofobia oculta, tan irracional como peligrosa, que algunos creían erradicada y a la que la desesperación y la rabia mal dirigida han dado alas. Día tras día, tengo que soportar, incluso dentro de mi propio grupo de amigos, a indocumentados y holgazanes renegando de los inmigrantes mediante palabras vacías y discursos caducados, en un intento desesperado por autocomplacerse y justificar su inoperancia. Un discurso, eso sí, ferozmente alimentado por una clase dominante que sabe muy bien cómo manejar a las masas, aprovechándose de ese chauvinismo crónico y congénito tan español.

De este modo, con una falta de perspectiva total y el egoísmo tan característico de occidente,  y obviando la inconmensurable aportación hecha por los inmigrantes a la mano de obra española, se les cierra la puerta porque lo último que queremos es que vengan “rivales” del exterior a “disputarnos” el poco trabajo que se nos ofrece. Sin embargo, deseamos que los jóvenes emigrantes españoles sean recibidos con los brazos abiertos en Suiza, Alemania o Finlandia. Y que les den trabajo, faltaría más.

Lo que la mayoría de los ciudadanos no sabe -o no quiere saber-, en cambio, es lo que afirma un exhaustivo estudio llevado a cabo por una decena de periódicos y tantos otros periodistas de toda Europa y sacado a la luz por “The Migrant Files”. Y es que el estudio desvela que asciende a más de 23.000 el número de inmigrantes muertos mientras trataban de llegar al Viejo Continente durante los últimos 13 años. La cifra de por sí ya es desgarradora, no obstante, los propios autores del estudio afirman que la suma real de muertes se presupone mucho más alta, teniendo en cuenta que muchos de los fallecimientos no se recogen en los registros.

Las estadísticas, de todos modos, solo son meras cifras, no es suficiente reducir el número de muertes; se trata de frenar este holocausto fronterizo, no es más que una cuestión de humanidad. El problema es que esta situación ha sido sometida a un proceso de normalización tan estricto que cualquier intento serio de atajar el asunto desde su raíz nos parece utópico, casi subversivo. Sin embargo, creo firmemente que la solución no consiste en levantar vallas más altas o ejercer una represión mayor, sino en abrir las fronteras, igualdad de oportunidades.


Iker Elortegi